SMI, Paro y Inflación

Te suben el sueldo para hacerte más pobre: El gran engaño del SMI y el paro

Los políticos, desde sus despachos con moqueta y aire acondicionado, se llenan la boca con su gran logro: la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). Lo venden como un acto de justicia social, un escudo para los débiles. Es mentira. Es el caramelo más envenenado que nos han dado en décadas, y os voy a explicar por qué.

Imaginad al dueño de un bar, de un pequeño taller o de una tienda de barrio. El político de turno firma un papel en Madrid y, de la noche a la mañana, ese autónomo, ese pequeño empresario que ya vive con el agua al cuello, tiene que pagar más a sus empleados. ¿De dónde creéis que sale ese dinero? No crece en los árboles. Sale de uno de estos dos sitios: o sube el precio del café, del pan o de la reparación que te hace, o directamente, no contrata a ese camarero extra que necesitaba, o peor, tiene que despedir a uno.

Es así de simple. Es la economía real, la que no entienden quienes jamás han arriesgado un euro de su bolsillo. Al subir el SMI por decreto, no crean riqueza, simplemente la encarecen. Provocan un efecto dominó de inflación que nos empobrece a todos. El panadero sube el pan, el transportista sube el porte, el supermercado sube el precio final. Tu subida de sueldo se la come la inflación que ellos mismos han provocado. Es un truco de trilero magistral: te dan diez con una mano mientras te quitan veinte con la otra. El político se lleva la foto y el titular, y tú, el "beneficiado", te quedas con cara de tonto delante del lineal del aceite.

Pero la trampa no acaba ahí. El veneno tiene una segunda dosis: la duración y la cuantía del paro. Han creado un sistema que compite de forma desleal contra el propio trabajo. Han convertido una red de seguridad, que es necesaria, en una hamaca confortable que desincentiva la búsqueda de empleo.

Pensemos con la lógica del Escariador, con la lógica de la calle. Si un chaval o un parado de larga duración puede cobrar una prestación o un subsidio que, sumando y restando, casi iguala lo que ganaría trabajando ocho horas al día, aguantando a un jefe y madrugando... ¿qué incentivo tiene para buscarse la vida? Lo que han conseguido es crear una legión de personas para las que trabajar no es rentable.

Y luego, los mismos políticos que fomentan esto se rasgan las vestiduras porque faltan camareros, transportistas u obreros en la construcción. ¡Es de locos! Te quejas de la enfermedad mientras recetas el virus. Es un insulto para el "currante", para el que se levanta a las seis de la mañana y se deja la piel por un sueldo que, después de impuestos y de la inflación, apenas le da para vivir.

Esta es la pescadilla que se muerde la cola, el plan perfecto para demoler una sociedad:

  • Subo el SMI por decreto, asfixiando a las pymes, que son las que crean el 80% del empleo.
  • Esto genera paro e inflación, empobreciendo al trabajador.
  •  A los parados, les doy una prestación larga y cómoda para que no protesten y, de paso, me voten.
  •  Esta "paz social" la financio friendo a impuestos a los pocos que todavía trabajan y producen. 

Es la cultura del subsidio elevada a la máxima potencia. Una estrategia para crear una sociedad dependiente, cautiva y controlada, que es justo el ecosistema donde el socialismo se reproduce como las ratas en un vertedero.

No os dejéis engañar por sus discursos vacíos. La dignidad no la da un sueldo decretado desde un ministerio, la da un trabajo real, un esfuerzo recompensado y la libertad de poder construir tu propio futuro sin que el Estado te tutele como si fueras un inútil.

Yo, el Escariador, no soy un economista de salón con gráficos y teorías. Soy la voz del sudor de la frente, la del autónomo que no duerme y la del trabajador que ve cómo su esfuerzo se diluye en el aire. Y os digo que cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía.